jueves, 3 de junio de 2010

Sobre "Un día un río" de Jaime Reyes.



La poesía de Reyes es testimonial y política, con un fuerte contenido erótico. Busca permanentemente dar voz a quienes carecen de ella ante los intereses hegemónicos, no sólo de la economía y exacción del Estado, sino ante los círculos literarios y académicos: poesía de vecindad y cinturones de miseria, poesía de un 'flaneur' que recorre ciudades, clandestinidad y el continuum soterrado de la militancia que determina la actitud ética y la postura estética.

Pero sus letras son más que un testimonio: son un caudal de asedio barroco, por ejemplo en Isla de raíz amarga insomne raíz, el célebre poemario de juventud que le valió el premio Villaurrutia; se vuelve un configurador de otras voces, en La oración del ogro de entre esa colectividad marginada de cuyo lado se coloca radicalmente, y es una poesía que vuelve sobre sus pasos y sus obsesiones desde una perspectiva distinta, la que dan los años y la experiencia, en el balance entre la transformación y el mantenimiento de sí, lo cual es visible en Al vuelo el espejo de un río. Vallejo, Neruda, Lezama Lima y Sabines están presentes en el diálogo intertextual que dimana de su lectura.

En el último de sus libros, Un día un río, encontramos los poemas reunidos hasta su muerte, donde percibimos un mayor apego al verso respecto de los extensos poemas en prosa de sus libros anteriores, aunque también es visible el mantenimiento de sí, en cuanto a la temática, la postura y el bando al que ineluctablemente pertenece. Poeta de amargura, de corporeidad y de la atestación de una lucha social, festejamos la adquisición de éste poemario, reproduciendo un par de sus poemas:


*
Buscando un sol, sal
informe y pesaroso,
carnada de días feroces
--perfil de calle a la sombra--
mi trayecto y mi oficina
informe y pesaroso
membrillo soy
esta ala escondida de oreja hoja, de hoja oreja
un gato
de pez entre mi boca.




*
Al oficinista
el viento que se estrella
contra las paredes de cobalto
y su arrumbada pasión
quemadas hojas polvo
arrojaban contra el cristal del aire
y en su erecta superficie
lago espejeante
el crepúsculo sanguíneo su explosión
sembraban
el viejo vaho de los muladares
vibrantes plantas
húmeda oscura fecundaban
--otra piel era
hoja de trigo--
el turbio espeso
la membrana acuosa
la extendida lumínea
la fragmentada claridad en fin
el moho de sus cuerpos
de su calor hablaban
de sus entrañas a mitad del fuego
de su nombre
(enloquecidasvuelanlasmoscas)
neuróticas plantas crecían.



Pd. Aquí los enlaces de los poemas de Jaime Reyes que hemos publicado anteriormente: "Sobre Al vuelo..."; "Más poemas de..." y "Poemas de Reyes y..." 
Imagen: Contratapa de La oración del ogro, México, Era, 1984.

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