martes, 18 de mayo de 2010

"Oye, lento arrastrar nuestros tobillos"

Cuando escribí este poema, hace al menos diez años, tenía perspectivas y prácticas tan distintas respecto de ahora, a tal grado que en mucho de aquel tiempo me cuesta reconocer a quien escribe ahora. Pero de eso se trata releerse.


Mira, el reloj se afana doce en doce,
por evangelizar bifronte esa mirada
que viaja del dolor hacia el cristal
y entra a nosotros haz de parsimonia

Oye, lento arrastrar nuestros tobillos,
grillete de pasado, herida abierta,
se escucha ya esa flor en nuestro abismo
y flor en porvenir nos es devuelta

Palpa mi paloma de maldad conversa,
cuervo que noche que a noche resucita
para posarse en tímidos milagros
como danza lunar en tu sonrisa

Me sabe a viento a luz en un estuche
al vino… de las despedidas
me sabe y sabe que este gusto oscuro
es eco de sirena equivocada

Aroma que conspira a cada instante,
yerra en errar herrado entre tu hiedra:
te doy una vez más mi humilde bienvenida,
contigo andar a cuestas un rato a la faena

RSR (D.R.)

jueves, 13 de mayo de 2010

Acercamiento al erotismo en "Nuevo amor" de Salvador Novo y "Libro de Ruth" de Gilberto Owen


Nota previa: Ayer corregía este texto, y por esos misterios cibernéticos hoy ya no aparece, es por ello que lo vuelvo a publicar.



No me conoció cuando aparté la máscara de mi rostro

Salvador Novo


Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos
Gilberto Owen.



Introducción

Uno, el polígrafo que abandonó paulatinamente la poesía para privilegiar actividades lucrativas; otro, el de los proyectos interminables de los que sólo quedaron unos cientos de páginas, quien se propuso ser y fue un poeta hasta el final. Uno —Salvador Novo— el de la legendaria vida sexual; otro —Gilberto Owen—, el de la biografía erótica cifrada en oscuros poemas. Ambos, fueron quienes más influidos estuvieron por la lengua inglesa de su generación, en México; en uno y otro es fundamental la poética de la máscara… Tan sólo enunciar dicotomias y antinomias a que da lugar un contraste entre estos dos autores sería un ejercicio ilustrativo de la diversidad temática y de caracteres que confluyeron en lo que hoy conocemos como el grupo Contemporáneos, aunque las oposiciones nos hace correr el riesgo de lindar con el estereotipo y quedarse en la superficialidad; por otra parte, indagar en las relaciones menos evidentes entre los miembros de esa generación nos permite observar desde otras perspectivas su historia y valorar más ampliamente su importancia en la poesía mexicana.

El presente trabajo se centra en uno de los aspectos casi ausentes en la obra total de la generación y que sólo estos poetas —junto con Octavio G. Barreda en sus Poemas a la Virgen [1]—, de entre ellos cultivaron: la literatura erótica. Cierto es que Novo, con sus confesiones y sus poemas libertinos, fue generoso del tema, y que en Owen su importancia es menor y su presencia es, a menudo, velada. Por ello tomaremos como punto de partida Nuevo amor y Libro de Ruth por ser ambos poemas líricos de largo aliento y que se refieren a relaciones de un hombre maduro y su amante joven; en ambos prevalece la sensación de estar envejeciendo, por lo que el efebo o la nínfula a quien cantan representan un alivio fugaz, sangre fresca que sacia la sed por un tiempo y luego deviene recuerdo; la confesionalidad de ambos autores busca perpetuarse en poemas que, a su vez, prolonguen la vida del vampiro, al menos en el nombre y la máscara.

Eros y muerte

Soren Kierkegaard, por entonces estudiante de Teología, tras enamorar a la adolescente Regina y comprometerse con ella en matrimonio, él bastante mayor que ella, al cabo provoca el rompimiento, referencia vivencial implícita en las reflexiones del Diario de un seductor, sin duda conocida por los poetas objeto de nuestro estudio; a diferencia del danés, en los poemas de ambos contemporáneos, la evocación y el diálogo con el ser amado no entraña una decisión trascendente, sino que asume la fugacidad del objeto de su amor en carne y hueso y de su larga pervivencia en su memoria: imaginarse a Novo en abstinencia de un "…fruto perfecto y delicioso" [II] por un motivo estético parece inverosímil; ni Owen con sus furibundas cartas de amor no correspondido a Clementina Otero y que habla de la cicatriz en su rostro de "oraciones hipócritas y lujurias bilingües" [III] contempla el alejamiento ético del ser deseado; en lo que coinciden con el filósofo es en tematizar la ausencia del ser amado, quien con su juventud alimenta el espíritu del viejo amante, pero acentúa en él la sensación de acercarse cada vez más a la muerte. Escribe Novo:

Aun ahora al escribir, estoy haciendo una cosa diferente.
Me dije: tengo que escribir un hondo poema
Y he de expresar en él todo el dolor que sufro
Ante la evidencia de que envejezco.

(Poesía, p. 101)


El contexto de estos versos en la publicación resulta significativo: "Poema interrumpido" aparece después de los seis poemas líricos de abandono iniciales y los fragmentos que componen "Glosa incompleta en tres tiempos sobre un tema de amor", donde el amor no está encarnado propiamente en una persona; a su vez, dos poemas de soledad y de conciencia del pecado abren y cierran el poemario. Así, el diálogo en que el poeta se propone "escribir un hondo poema" tiene una carga metaliteraria que nos muestra la ironía general que permea toda la obra del autor: la burla hacia el envejecimiento se enumera en una "falsa sonrisa", un "cuerpo torpe y sin gracia" y "ojos que aprisionan unos cristales", sin contar con las metáforas de tipo moral que serán tan importantes tanto en el primero fragmento como en "Elegía", el soberbio poema con que cierra Nuevo amor [IV]. La burla hacia su propio físico y la crítica al estado de su alma, visible en la fotografía que de sí mismo construye con guijarros confesionales, reconfigura la máscara del amante devoto de los poemas previos [V] y la dota con la mueca propia de la ranciedumbre desencantada que, no obstante, alguna vez fue "madurada al sol de tus dieciocho años" [VI] contraste que le hace contemplarse a sí mismo en la memoria y lo contrasta con el objeto de su amor: "forjado en mis recuerdos, reflejo de mí mismo".[VII]

Por su parte, en "Celos y muerte de Booz", Owen equipara el desamor con la noche y con la muerte.

Ya me hundo en un te amé que quiso ser te amo,
Donde se desenrolla un caracol atónito al descubrir el fondo salobre de sus ecos,
Y los confesionarios desenredan mis arrepentimientos mentirosos.
Ya me voy con mi muerte de música a otra parte.
Ya no me vivo en ti. Mi noche es alta y mía.

(Obras, p. 105)

Por su posición final en Perseo vencido, Libro de Ruth se percibe en principio como un colofón lírico, luego de la enrevesada narrativa simbólica de Madrigal por Medusa, Sindbad el varado y Tres versiones superfluas; mas no por su lirismo deja el recurso de biografizar el mito y mitificar la biografía,[VIII] ni de subvertir leyendas bíblicas,[IX] como en este caso, donde transforma aquella que simboliza lo sagrado de la unión conyugal en una sucesión de fases eróticas —el deseo, el encuentro, la declaración de amor, la contemplación postcoital y la separación— con más sabor a vehemencia de amante furtivo que del esposo recompensado que devendrá, cono en la Biblia, en bisabuelo de David. En Owen, la separación es la muerte, porque es Ruth quien lo mantiene vivo; el poeta se sabe envejecido y sin fuerza sexual: ella está con otro, él se retira dignamente y muere. La amargura predominante en los poemas previos del Perseo vencido que, en mayor o menor grado, hacen una autocrítica de lo que se ha escrito y de lo que se ha vivido; en este sentido, la dignidad del amante que se hace a un lado y entra en la noche,[X] en la muerte de la separación del Libro de Ruth refuta el tono pesimista de los poemas previos. El erotismo en la madurez, pese a la soledad posterior y el peso en la conciencia, será lo que provea las últimas oportunidades de sentirse verdaderamente vivo; así entendido, el estoicismo del poema refuta la quejumbre del Sindbad.

En este planteamiento de los contrastes entre los dos poetas, sobresalen tanto la certeza de la muerte, como la conciencia de la transgresión; en ese sentido, en ambos poemas se manifiesta una angustia religiosa, como la define Georges Bataille:

La experiencia interior del erotismo requiere de quien la realiza una sensibilidad no menor a la angustia que funda lo prohibido, que al deseo que lleva a infringir la prohibición. Esta es la sensibilidad religiosa, que vincula siempre estrechamente el deseo con el pavor, el placer intenso con la angustia.

(El erotismo, p. 43)

Cuando Novo contrasta su natural degradación con la plétora de su amante de dieciocho años, y Owen hace de una alegoría del matrimonio sagrado una aventura furtiva, muestran de forma lírica el placer de manchar la belleza: "…cuyo logro es un rechazo de la animalidad, es apasionadamente deseada, es que en ella la posesión introduce la mancha de lo animal. Es deseada para ensuciarla".[XI] Esa violencia subyacente también es la que acerca el eros al tánatos en ambos poemas y también la que les provee de vehemencia:

La asociación de la violencia de la muerte con la violencia sexual tiene ese doble sentido. De un lado, la convulsión de la carne es tanto más precipitada cuanto más próxima está del desfallecimiento; y, de otro lado, el desfallecimiento, con la condición de que deje tiempo para ello, favorece la voluptuosidad. La angustia mortal no inclina necesariamente a la voluptuosidad, pero la voluptuosidad, en la angustia mortal, es más profunda.

(Bataille. Ibid, p. 111)

Ante la certeza de la muerte, las voces poéticas de Novo y Owen, en estas obras, prefirieron al existencialismo cristiano de Kierkegaard mejor ceder al vivencialismo del Gide de Les nourritures terrestres. Ambos poemas son testimonios de la brevedad orgásmica que libera de la individualidad y rompe brevemente la discontinuidad, antes de volver al solitario anhelo de lo perdido y a la conciencia del envilecimiento, tal como escribe Novo:

Los que tenemos unas manos que no nos pertenecen,
grotescas para la caricia, inútiles para el taller o la azada,
largas y fláccidas como una flor privada de simiente
o como un reptil que entrega su veneno
porque no tiene nada más que ofrecer.

(Poesía, p. 104)

Para Owen, en cambio, su vampirismo representa un arma de seducción:

Y es nacer a la muerte que acecha en los festines de un octubre sin fin y sin castigo,
Una muerte que desde mí te acecha en las ciudades y en las horas y en los aviones de cien pasajeros.
Fausto que te persigue desde el episodio fatal de la siega en mis manos nudosas y tiernas de asesino.
(…)
Huye de mí, que soy elvientoeldiablo que te arrastra.

(Obras, p. 102)

Una confesionalidad que no pide expiación subyace a ambos poemas; sin absolverse y sin inculparse, espoleados ambos por la conciencia de la muerte inevitable y de que no hay alma que vender a estas alturas de sus vidas, si bien la voz poética de Libro de Ruth es de un Fausto cuya juventud le dura lo que su fugaz amante, mientras Novo parece convencido de que no hay Fausto que valga y que sólo le queda burlarse de sí mismo, recurrencia de buena parte de su obra, como el siguiente soneto licencioso:

Y hazme por fin la consabida cosa
mientras un Santa Claus de utilería
cava un invierno más en nuestra fosa.

(XVI, La estatua de sal, p. 138) [XII]

Resulta curioso que estos poemas eróticos de ambos autores se hayan dado en circunstancias vitales tan distintas, sobre todo si tomamos en cuenta que ambos poetas nacieron en el mismo año; Nuevo amor fue publicado en 1933, mientras que Libro de Ruth fue escrito entre 1942 y 1943 y publicado en 1946, diez años más tarde que la obra de Novo.[XIII] Es decir, l'enfant terrible lindaba por los treinta años cuando se describía como parte de quienes "vestimos cuerpos como trajes envejecidos" y "ruedan los siglos sobre nuestros ojos" en un canto de cisne en cuanto a la literatura erótica (aunque no del erotismo propiamente). El autor se expresa así de los poemas en cuestión:

En tanto que en los XX poemas no aparecen composiciones amorosas, ya que todas son extrovertidas y cerebrales, en Nuevo amor surge desbordada la pasión y los sentimientos alcanzan la madurez. Entraña el acorde (que no el acuerdo) de la vida con su expresión artística. Estos poemas son la experiencia fresca, mediata, directa de lo que están expresando: no son reconstrucciones de estados de ánimo ni de vivencias. Para mí, eso es importante. Cuando ya no valía la pena ejercitar este tema tal como aquí lo practiqué (me volví viejo y horroroso), abandoné la poesía amorosa. [XIV]

Owen, por su parte, lindaba los cuarenta años al escribir Libro de Ruth, ya se había casado y tenido hijos en Colombia; su estado de salud debió ya por entonces ser precario y llevaba años configurando los textos del que esperaba fuera su libro legado. Mientras Novo viviría hasta 1974, Owen falleció fuera de su patria en 1952. Ciertamente, la sensación de haber nacido anciano es una constante para casi todos los poetas de Contemporáneos; pero en estos dos autores la actitud ante ello resulta paradójica:[XV] si Novo a los veintitrés se sentía viejo,[XVI] el Owen de cuarenta años, a seis de morir, hace joven a su voz poética frente a la experiencia erótica; mientras Novo abandona la poesía amorosa al perder el ardor juvenil, Owen culmina su obra con un poema erótico.

Me has untado de fósforo los brazos:
no los tienen más fuertes los mancebos.
Flores palúdicas en los estanques
de mis ojos. El trópico en los huesos.

Tras la exaltación del erotismo de los cuerpos, el poeta sabe que la contraparte es la muerte:

Si cerrara los ojos, despertándome
me encontraría, como siempre, muerto.[XVII]

Para mejor comprender lo anterior es justo considerar que, mientras Novo a los quince años ya era una figura legendaria en la noche de la capital, Gilberto Owen para entonces daba sus primeros pasos como escritor en Toluca en un ambiente que combinaba en anticlericalismo con las lecturas teológicas. Como dice el dicho popular, no es un asunto de modelo, sino de kilometraje.

A manera de conclusión

Alguno de los temas que dejamos en el tintero, pero que vale la pena apuntar, es la conciencia de ambos poetas sobre el amor estéril: en Novo este concepto se repite constantemente y se refiere precisamente a la transgresión homosexual, mientras que Owen, como ya apuntamos, subvierte el intertexto bíblico sin aludir a ningún tipo de progenie.

Otra coincidencia entre estos dos autores, pero que se extiende a muchos otros miembros de la generación Contemporáneos, es la ausencia del padre —en el caso de Owen— o bien el estar esta figura relegada tras el de la madre dominante, como en el caso de Novo; en ambos contribuyó a la orfandad los azares del México salvaje de los últimos años del Porfirismo y la insurrección armada de 1910. Este aspecto puede dar una perspectiva, sin caer en un psicologismo ramplón, de la búsqueda estética alejada del folclorismo de balazo y tequila, como la practicaron todos los miembros de esa "constelación de soledades".[XVIII]

Derivado de lo anterior, y extendiendo la comparación a sus obras completas, también fueron Novo y Owen dos de los poetas que más buscaron la experimentación vanguardista, si bien Owen más cercano al surrealismo, mientras que Novo más influido por la conversacionalidad de la poesía norteamericana y el estridentismo.[XIX] Podría también estudiarse a ambos a partir de la influencia velardeana o de la de T. S. Eliot. Para los dos la relación con Xavier Villaurrutia fue fundamental en lo artístico y profunda en cariño y respeto; tanto uno como el otro usaron la literatura como máscara, a veces, y como una prueba de su desnudez como seres humanos, en otras.

Los binomios comparativos a que da lugar una indagación entre dos escritores, en muchos sentidos antitéticos, como hemos visto en este trabajo, nos llevan a resaltar contrastes, mismos que terminan por darle mayor significación a las coincidencias, más aún cuando se trata de una singularidad, como es el caso de los dos poemas eróticos de largo aliento que produjeron los Contemporáneos: Nuevo amor y Libro de Ruth. Si oponiendo el pragmatismo y la crueldad de uno al idealismo a ultranza y la afabilidad del otro se llegan a colocar en las antípodas de esa generación de poetas y críticos, sus poemas eróticos los hermanan.

Otra coincidencia es que ambos son de los autores cuyas vidas se vuelven legendarias y, en parte por ello, suele dársele a sus obras una interpretación biografista automática, lo que si bien ilustra ciertos aspectos de su obra, también se vuelve un prejuicio crítico que inhibe la crítica literaria desde otras perspectivas. Por ello, acercarse a la poesía de los Contemporáneos, pese a ser de las generaciones poéticas más influyentes en la literatura mexicana, es tarea que aún está por completarse, en cuanto a tener visiones más incluyentes y amplias que trasciendan las relaciones menos obvias.

Notas

1.      En: Schneider. Otros contemporáneos, pp. 1-15
2.      Novo. Poesía, p. 94
3.      Owen, Obras, p. 83
4.      Así lo fundamenta Roster en: Salvador Novo 1904-1974: un estudio de la ironía en su poesía, pp. 1-67.
5.      Sobre la máscara en Novo, ver: Lauro Zavala, "Salvador Novo: la retórica de su imagen" en Multiplicación de los Contemporáneos…, pp. 131-148.
6.      Poesía, p. 94.
7.      Ibid, p. 95.
8.      Según el concepto de Tomás Segovia. Cuatro ensayos sobre Gilberto Owen, p. 59-85.
9.      Basta ejemplificar con las referencias a Job en el Sindbad, y el poema "El hermano del Hijo Pródigo". Ibid, p. 51.
10.  Novo también usa el tropo de la noche: "Vuelva la noche a mí, muda y eterna", Obras,
p. 97.
11.  Bataille, ibid, p. 150.
12.  "Ante tal vacío, convencido de no ser ya un gran amante ni un gran poeta, se dedicó a burlarse del amor y de la poesía". González Mateos, "Novo amor: una sátira" en Multiplicación de los Contemporáneos…, pp. 149-165.
13.  Quirarte, Invitación a Gilberto Owen, pp. 119-132.
14.  Carballo, Protagonistas de la literatura mexicana, p. 317.
15.  La excepción sería Bernardo Ortiz de Montellano: "Parece ser el único de los Contemporáneos que asume no haber nacido adulto". Lourdes Franco en: Ortiz de Montellano, Obra poética, p. 23.
16.  Ver: Carballo, Protagonistas de la literatura mexicana, p. 323.
17.  Obras, pp. 102-103.
18.  Un ejemplo de ese prurito lo obtenemos al comparar los dos textos de Novo y Owen que pueden considerarse dentro de la prosa de intensidades o novela lírica: respectivamente, Return ticket y Novela como nube, escritos con una enorme carga del ánima. Juan Coronado, "Prólogo" en La novela lírica de los Contemporáneos, pp. 9-37.
19.  Ver: Escalante. Elevación y caída del estridentismo, pp. 41-62.

Bibliografía

  •  

Bataille, Georges. El erotismo. México: Tusquets, 2003 (Ensayo), 296 pp.
  •  

Carballo, Emmanuel. Protagonistas de la literatura mexicana. México: SEP-Ediciones el hermitaño, 1986, pp. 302-337.
  •  

Coronado, Juan (ed.). La novela lírica de los Contemporáneos. México: UNAM, 1988 (Biblioteca de letras), 326 pp.
  •  

Escalante, Evodio. Elevación y caída del estridentismo. México: Conaculta-Ediciones sin nombre, 2002, 124 pp.
  •  

Fernández, Sergio (ed.). Multipicación de los Contemporáneos. México: UNAM, 1988 (Biblioteca de letras), pp. 131-164.
  •  

Franco, Lourdes (ed.). Obra poética. Bernardo Ortiz de Montellano. México: UNAM, 2005 (Ediciones especiales, 37), pp. 5-36.
  •  

Novo, Salvador. Poesía. México: Fondo de Cultura Económica, 2004 (Letras Mexicanas), 205 pp.
  •  

_____________. La estatua de sal. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2002 (Memorias mexicanas), 152 pp.
  •  

Owen, Gilberto. Obras. México: Fondo de Cultura Económica, 1979, 2ª edición aumentada (Letras Mexicanas), 319 pp.
  •  

Quirarte, Vicente. Invitación a Gilberto Owen. México: UNAM-DGE-Equilibrista, 2007, 160 pp.
  •  

Roster, Peter J. Salvador Novo 1904-1974: un estudio de la ironía en su poesía (spanish text). New Jersey: Tesis para optar por el Ph. D. en la Universidad de Rutgers, 1974, 235 pp.
  •  

Segovia, Tomás. Cuatro ensayos sobre Gilberto Owen. México: Fondo de Cultura Económica-Difocur, 2001 (Letras mexicanas), 104 pp.
  •  

Schneider, Luis Mario. Otros contemporáneos. México: UNAM, 1995.

D.R (RSR)

jueves, 6 de mayo de 2010

Cuento fantástico mexicano de 1810



He aquí un cuento anónimo que está por cumplir doscientos años de haber sido publicado en un diario de la Ciudad de México. Lo transcribo de la recopilación Guía de forasteros, estanquillo literario II, editada por el Instituto Nacional de Bellas Artes de México en 1985, con motivo del 175 aniversario de la Independencia y 75 de la Revolución Mexicana, es decir, hace 25 años. Llegó el libro a mis manos por casualidad y en feliz coincidencia lo invitamos a Semiofagia en su edición Bicentenario. Al final haremos un comentario, por ahora transcribo.

Narración interplanetaria

Un relato de ciencia-ficción de principios del siglo XIX. Este extraordinario cuento apareció en el Diario de México en julio de 1810. Su autor anónimo, siguiendo el estilo del legendario Cyrano de Bergerac, describe las complicadas relaciones entre los moradores de distintos planetas.

Los moradores del globo de Júpiter, gente muy resuelta y determinada, tuvieron valor para viajar por los aires y llegar al globo de la Luna, de donde sacaron inmensa cantidad de plata. Los habitantes de Saturno, en donde el estaño se cría con abundancia, celosos de la feliz empresa de los de Júpiter, dijeron entre sí: “Pues nosotros abundamos en estaño, hagamos varias invenciones de él y las trocaremos por los metales preciosos que tienen los de Júpiter.”
Estos se dejaron seducir de tal manera con la hermosura y comodidad de estas invenciones que no sólo les daban los tesoros que habían traído de sus peregrinaciones, sino aun los frutos de su propio planeta.
Los habitantes de Júpiter estuvieron mucho tiempo admirados de hallarse pobres, cuando eran dueños de casi todas las riquezas; pero una mutación extraña corrió el velo a éste tan bonito engaño, y desde entonces dizque comenzaron a gastar lo superfluo en mantener a sus naturales.
Cuando los moradores de Júpiter comenzaban a practicar tan bellas reformas, se entrometió en el gobierno un aparecido príncipe, con un sobrenombre ridículo y demasiado necio, pues creyó que necesitaba de los que vivían en el planeta Mercurio para hacer felices a los de Júpiter, sólo por la oposición que aquéllos tienen con los de Saturno.
El tal ministro sabía muy bien que los de Mercurio padecían una lepra que consistía en unas manchas relucientes pero demasiado apestosas, que (supongo serían como pescado ahumado) provenían de unas exhalaciones del planeta Venus, por acercarse demasiado al Sol, había despedido sobre ellos. Entraron pues los de Mercurio al planeta Júpiter y en breve tiempo contagiaron innumerables ciudades: ya no se hablaba de reformas: innumerables hospitales eral los que se disponían para curarse; pero siempre empeoraban, porque los de Mercurio no cesaban de venir y entrometerse. Cuando hete aquí que se aparece un terrible cometa con una formidable cola, que despidiendo un calor excesivo mataba a todos los que se hallaban contagiados y aun lastimaba a algunos sanos. Duró poco este cometa infernal, porque con un movimiento retrógrado volvió hacia el norte.
De aquí nació una revolución, pues los de Júpiter trataban no sólo de separar los buenos y los sanos de los enfermos, sino también de echar fuera del reino a los de Mercurio; pero éstos, más astutos, se habían robado ya (se entiende con qué fin) al jovencito rey, que aunque sano, visitaba casualmente un hospital de los apestados: se lo llevaron hasta Mercurio, y con él a otros enfermos de mucha consideración.
Los que han quedado no saben el camino hasta su planeta, y ahora para huir se guían por un satélite pequeño o fósforo, que dejó el cometa; pero se va apagando mucho, apenas da luz, y si los moradores de Júpiter siguen con firmeza el plan que se han propuesto y empezado, pronto se hallarán libres y sanos. Sus mejores astrónomos creen que el cometa va a hacer una órbita excéntrica y que no puede sino volver después de mucho tiempo, o quizá nunca, porque han sabido que disminuye su mole. No les queda otra cosa que hacer a los de Júpiter sino cuidarse de los contagiados, unirse con los sanos y tener firmeza.

Cita: Guía de Forasteros estanquillo literario, Vol II (del 17 al 32). México: Instituto Nacional de Bellas Artes, 1985. (Año I, Vol. II, Núm. 2 [18], pp. 1 y 8)

Varios asuntos me resultan curiosos de este cuento, comenzando porque, ciertamente, tiene elementos de ciencia ficción, como la “mutación extraña" que aleja a los jupiterinos del consumismo, la lepra interestelar por exposición al Sol o el inesperado movimiento retrógrado del cometa; creo, sin embargo, que en el texto predomina la crítica social –que evidentemente no se contrapone al carácter fantástico‑ hacia un país grande y con recursos, que bien sea por el embrujo de los artefactos de estaño (¡cuando ellos explotan la plata de la Luna!) por las malas decisiones, azuzadas por estrategias de defensa, de pésimos caudillos.
El motivo del cometa es una curiosa bisagra entre las creencias populares, los registros astronómicos prehispánicos y la incipiente –esto lo supongo‑ astronomía novohispana; significativo es, también, que se hable en vísperas de la revuelta independentista del cometa como un índice de cambio social. La relación que se hace del cometa en el texto con las epidemias (otro factor muy presente en la psique colectiva del México del XIX) es otra muestra de su importancia. Desde el punto de vista de las coincidencias históricas, también cabe señalar que cien años más tarde, el cometa Halley cortaría el listón para la crisis política que desembocaría en la Revolución.
Aun los lectores versados en la literatura fantástica, ubicando este cuento en su contexto histórico, reconocerán que se trata de un texto eficaz. Incluso, el anónimo autor se permite un rasgo de indeterminación –como lo llama Iser‑ en cuanto al rapto del joven rey, que se llevan a su planeta los mercurianos, hilo narrativo que quedaría trunco sin justificación, de no ser por el sugerente paréntesis “se entiende con qué fin”, que se justifica porque el cuento termina apuntando hacia el futuro de un planeta devastado por las malas políticas y conducción económica, así como por las catástrofes naturales, a las que no tienen –según el autor‑ más que hacer cara con entereza y aprender de su historia. No obstante, el niño rey jupiteriano secuestrado por los de Mercurio, adquiere resonancias legendarias, germen de otra historia, mostrando, como señalaba Hemingway, al cuento como la punta de un iceberg.

Imagen.  "Homenaje al cometa Halley". Grabado de Felipe Lamadrid que encontré en la red (vía: http://felipelamadridgrabados.blogspot.com)



martes, 4 de mayo de 2010

Collage 1

Nota: Inicio lo que espero sea una serie de textos, en este caso un relato, cuya materia prima sean algunos de mis tweets, hilvanados apenas por requerimientos de sintaxis y alguna corrección al vuelo.


Soy como un hibernante que pide diez días más, tras sonar el despertador de la primavera. No es que abuse del sueño, es que a veces la patria llama, ustedes entenderán. Nada recomendables las siestas de dos horas y que te despierte el teléfono; se ve bien clarito por dónde y qué anda uno soñando: estuvimos agrupados en cadenas por el acecho y esperamos en balde al sol partirse en dos; creímos isla a la pesadilla, luego península y luego continente, como no podíamos despertar, la hemos colonizado. Pero los sueños se desvanecen como el charco de alcohol. Un edema este silencio, coágulos de memoria.

Hermano de los ahogados, miro todo el mundo testuz sumergida en el tambo de rocío coalescido en el sereno. Mi sangre ha fermentado bajo el sol que es mi piel cuando te toco. Crudas de universo enlagunado. Crudas de verdad deshidratada.

Mareo intenso, zumbido, oscurecimiento súbito de la visión, urgencia de moverse para evitar que la oscuridad constriña, tres segundos con el corazón vuelto gong, ensordeciéndolo desde dentro, y luego un alunizaje de ceniza sobriedad. Trail promocional de su propia muerte; pero sin escenas: una de las adicciones menos exploradas y más nocivas es al drama, al extracto de bolero.

Mejor ensamblemos proyectos de cuentos (Con toga y a su esposa dedicado, el librotote; bajo pseudónimo, una noveleta, a la amante de siempre). Mejor hilvanemos un aforismo (Los gatos y los ciegos se prefieren perros), o dejémonos llevar por lo fonético (Mao es a Mahoma lo que amo a lo que ahuma) o por la lírica costumbrista (Oh, pozole, ambrosía caníbal). Sí, padroteamos deseos en pocas palabras, pero hay cosas que es mejor no enterrarse.

Como puedes ver, tengo un censurador de seriedades: "Lo tuyo son las ocurrencias, m'ijo", dicen sus gorilas cada que lo intento. Por no tener talento épico escribo porno lírico.

Yo prometía mas; se dijo de mí: “Lo trajimos para que jugara por la banda izquierda por sus metáforas subversivas, pero se aburguesó y ya no sale de pases cortos de amor.” Ahora soy el voyerista ciego que recuerda viejas glorias con nada más que inmensidad frente a su frente. Se dirá de mí: “Quiso ser trompetista, a falta de manos se conformó con imitar a las aves. Se fue: ¿aprendió a volar también o lo cazaron los gatos?"

Composta de palabras para el jardín de mis carnívoras.

Yo soy de los anónimos compulsivos. Si me he de volver loco, pido mano para ser de los que cantan por las calles con enorme sentimiento.

RSR (D.R.)