Entonces, cuando el faro da la espalda
a carabelas y galeones
otra luz de dentro brota y cada barco
de papel lleva una antorcha
inextinguible en el velamen y el mar unge
el máscarón: el mar bautiza.
El mar destierra
Desde el cielo es libélula la llama,
un pesebre oscilante iluminado
un instante
de calma azul en la borrasca
sólo una gota del ciclón que le circunda
para hundirle bastaría,
o verdear hasta el confín todo desierto,
del arenal hacer un alto bosque de neblina
y al ártico robarle territorio con una jungla de algas
donde el tiempo echado a mitad de su aro de helio
duerma y levite, de pronto trasvasado
en animal más sabio e innombrable,
hasta que al alba brote en placenta coagulada
que la madre noche lame laboriosa
hasta mirar que ascienda el vuelo y gane olvido
el lepidóptero...
El mar harto de ahogados
RSR (D.R.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario