domingo, 29 de marzo de 2009

Urbano, intimista…




Tanto meterle pedal, tanto esta vez sí se pira,


cientos de calles donde siempre estará el enemigo,


en la ciudad a que vayas o por muy adentro


que en la propia caves.


Besos ansiosos al cactus bisiesto del baño,


en el espejo sangra una risa


que en el gólem reflejo se miente intacta:


lunas ilegales bajo la lengua




Y mira, seguimos, y puedo entornar hacia el sol la mirada


y escucho esa voz (la sal y los soles) cimbrar azulmente en silencio


el silencio o temblar tan profundo como ante esa Poupeé,


el zarpazo de ave roja que señaló el fin de una tregua


o ese filme lentísimo que me condujo lejos pa' mirarlo a palpas




Si la luz no aceda siempre cuando el cenit hace su ronda,


ni hay cascajo o nopaleras si jirón de tierra, siempre,


o espeso manglar de olvidarios si urbe o aldea,


si barco, arrecife ...




(Masacres enteras


en un cerrar de ojos


a quijada tiesa)




y una orgía de letras, un canto en cascada:


alguna vez consumir un eclipse de tierra


y pescar sin hambre un serafín confiado


tras haber rajado la piel de papel de un cielo a rastras


y devolverlo al lago, tras mirarlo ahogarse


y sólo así dar fin a la retahíla


de parabienes que hoqueó en todo momento:


la agonía más dulce e inmerecida


que atestiguara en un muelle de río victimario alguno.





Otro poema de hace algunos años.
Foto: La Poupeé, Hans Bellmer.

D.R. (RSR)

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