viernes, 20 de marzo de 2009

Un texto viejo para la nueva primavera

Escrito hace años, reciclado hoy como inauguración de este estanquillo:



Cuento
Mira Gallo, la gota minutero irregular de la que hablan los poetas es para el condenado un desfoliadero de epitafios; uno puede verlo tras el hombro y en su celda, como el de palo hallando el sacrificio que conduce a la victoria, pero cuando uno juega blancas se le ciega igual de negras, Valedor. Entonces, el cardumen anárquico que te habla dentro, Tío, en su afán de unísonos se estrellan frente a frente y su no de diástole y su do de pecho se dilatan al presentir, Cuñado, cómo el agua se vuelve más y más clara de ceder en vapor a la seducción falsa del cielo.
¿Qué decirle a quién, Hijín, cuando te sentías tan sólo unos días atrás apenas, y ahora vuelve tanto mal soterrado rostro a decirte “me debes unas palabras”? ¿No crees, Bato, que hacer haikús es una forma de entrenarse para, si se tiene la fortuna, como este Colega del que hablamos, aunque él la sienta suplicio, de poder contar sus epitafios al cabo nonatos? Cosa, Gandul, de perspectivas.
No, Rey, no te equivoques: el miedo se me retrasa siempre y es a solas cuando muero, a toro pasado, literalmente; a menos que digas “Galán, no tengo pantalones de oír palabras póstumas en vida del muerto”, porque vienes a matarme, Pariente, qué me van a engañar tus elipses de langosta en combate; pero antes, y a falta de hilo, tela y pintura, tendré que hacer los títeres de palabras, pa que me vayas entendiendo, Amigo.
Hey, Padrino, no te vayas, cumple tu deber, no te hagas el parroquiano casual, ten tanates Campeón, ¿nunca hallaste antes un fantasma entre página y página, Culero?
(RSR) D.R.

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