viernes, 4 de marzo de 2011

Poemas de Carlos Díaz Dufoo II



Encuentro estos poemas y la historia que entrañan en la Antología del poema en prosa en México, editado por el Fondo de Cultura Económica, en 1993, y cuya selección, notas y estudio preliminar son de Luis Ignacio Helguera.

No debe confundirse a este poeta que presentamos con su padre de nombre homónimo, viajero, periodista, político y escritor modernista, nacido en Veracruz en 1861: su hijo sólo publicó un libro de poemas de prosa (Epigramas) y otro de ensayo (Ensayo sobre una estética de lo cursi); nació en la Ciudad de México, fue amigo de Julio Torri, admirador de Nietzsche y se suicidó en 1932 (el padre muere nueve años después). Textos que se mueven entre el micro cuento, la viñeta, el epigrama y la prosa poética, reflejan un pesimismo nihilista con notable sarcasmo.


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Un camino infinito que hemos recorrido eternamente. al caminar, con ritmo invariable, vuelven, en sucesión necesaria, las mismas ideas, los mismos paisajes, las mismas tragedias. automáticamente, los mismos problemas se resuelven de la misma manera. En un momento, mil veces repetido, renace la vieja sorpresa que conduce a una vieja desilusión. La carne es de piedra y el hombre se acerca a Dios. --Nunca entraremos en un río nuevo.


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Cumple un año más. En otra época eso pudo tener importancia. pero ahora, ¿qué importa un año más en el tiempo de un muerto?


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--¿No habéis sentido la necesidad de escribir en un río?
  --Fuera mejor hacer música.


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Sysipho era, en tiempo mayores, un personaje mayor. Su trabajo inútil lo ennoblecía el castigo. Su vida era absoluta porque era personal. Era rebelde sin trascendencia social. La inutilidad tomaba en él la significación de una actitud --infinito momentáneo--, y una razón humana de ser. --En los tiempos modernos, Sysipho es un concepto que justiprecia el lector desinteresado de economía política, el de la actividad dolorosa. Sysipho no tiene ya el orgullo del réprobo. El correr de los años --razón de inercia-- lavó su pecado. por movimiento ajeno sigue trabajando, inútilmente sin objeto y sin castigo. --En los tiempos futuros, trabajará sin pena.


Epitafio
Extranjero, yo no tuve un nombre glorioso. Mis abuelos no combatieron en Troya. Quizá en los demos rústicos del Ática, durante los festivales dionisiacos, vendieron a los viñadores lámparas de pico corto, negras y brillantes, y pintados con las heces del vino siguieron alegres la procesión de Eleuterio, hijo de Semele. mi voz no resonó en la asamblea para señalar los destinos de la república, ni en la symposia para crear mundos nuevos y sutiles. Mis acciones fueron oscuras y mis palabras insignificantes. Imítame, huye de Mnemosina, enemiga de los hombres, y mientras la hoja cae vivirás la vida de los dioses.


Imagen: Nota suicida de Sid Vicious, tomada de este blog.

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