lunes, 5 de abril de 2010
"Brujas", un libro sobre brujas
En los estantes infantiles de las librerías, es posible encontrar aún el libro Brujas, un documentado relato sobre la historia de estas figuras que adquieren formas tan diversas en distintas culturas; pero el que sea catalogado infantil no quiere decir que sea insulso; muy por el contrario: escrito por Cecilia López Ridaura e ilustrado por Gabriela Podestá, resulta un curioso y bien logrado artefacto que combina conocimiento (sé de cierto que el libro tiene origen en una extensa investigación sobre la brujería), entretenimiento y estética visual. Para quienes tengan interés sobre el tema, contiene una bibliografía representativa con textos accesibles al público, sea a la venta o de consulta en bibliotecas.
Resalto de su lectura la connotación sobre el que la brujería ha sido siempre un pretexto para someter a la mujer o para acusar sin pruebas prácticas que los regímenes consideren subversivas, lo cual es costumbre presente: los estados despóticos (y los no tanto) suelen etiquetar a sus oponentes con adjetivos, antes que con elementos de prueba, para inventar un enemigo de la sociedad y deviar la atención sobre los problemas verdaderos. Me permito citar:
En el siglo X ya se había generalizado la creencia de que había unas mujeres vinculadas al diablo, que se juntaban y hacían ceremonias a la diosa Diana, y que acompañaban a esta deidad en su vuelo montadas en animales. Pero fue hasta el siglo XIII cuando se asoció de manera definitiva a la bruja con el demonio y cuando se empezaron a mencionar las reuniones que éste preside. Comienza entonces la etapa en que más se habló en Europa de la brujería, la cua alcanzará su máximo punto en el siglo XV. Se habla ya de pacto, de rituales, de zoofilia. Esto coincide con el incremento de movimientos disidentes, contrarios a la Iglesia, como el de los valdenses (en los Alpes) o el de los cátaros (en el sur de Francia). (...) Antes de seguir, conviene mencionar que hay numerosas relaciones entre la brujería y el catarismo, ya que también a los practicantes de esa doctrina se les acusaba de antropofagia y de entregarse a perversiones sexuales, principalmente la sodomía.
Aunque se remonta a la historia, sobre todo la europea, el libro (al que no tenemos empacho en llamarlo ensayo, por raro que suene en un libro "infantil") tiene el valor agregado de reparar en un caso mexicano, las brujas de Coahuila, de lo que transcribo un significativo fragmento:
(...) Ella planteó su petición y el diablo le dijo que antes tenía que hacer la escritura donde se comprometía a entregarle su alma para siempre. Ella le regatea, pues le dice que sólo se la da por cuatro años, no más. Al parecer el diablo acepta y saca un cuaderno, se baja del caballo y, apoyándose en una pierna, se pone a escribir el contrato (...). Cuando acaba, le dice a la mujer que firme, pero ella le sale con que no sabe y es el mismo diablo el que tiene que firmar por ela. Curiosamente, estos se parece a lo que ocurría en los procesos de la Inquisición, porque en la mayoría de las declaraciones que encontramos en los archivos sucede que, luego de leer la declaración del interrogado, como éste no sabe firmar, el mismo inquisidor que lo interroga firma por él. Al parecer, si para la Inquisición era válido el documento así firmado, para el diablo también.
Lo malo es que no podamos decir que los procesos judiciales viciados contra quienes no pueden defenderse adecuadamente son cosa del diablo o del pasado... Y es que, ¿quién puede solo contra la Inquisición?
Sin más de mi parte, recomiendo que lo agoten.
López Ridaura, Cecilia (Ilustraciones de Gabriela Podestá). Brujas. México: Ediciones Castillo, 2008, 80 pps.
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