Nota: Inicio lo que espero sea una serie de textos, en este caso un relato, cuya materia prima sean algunos de mis tweets, hilvanados apenas por requerimientos de sintaxis y alguna corrección al vuelo.
Soy como un hibernante que pide diez días más, tras sonar el despertador de la primavera. No es que abuse del sueño, es que a veces la patria llama, ustedes entenderán. Nada recomendables las siestas de dos horas y que te despierte el teléfono; se ve bien clarito por dónde y qué anda uno soñando: estuvimos agrupados en cadenas por el acecho y esperamos en balde al sol partirse en dos; creímos isla a la pesadilla, luego península y luego continente, como no podíamos despertar, la hemos colonizado. Pero los sueños se desvanecen como el charco de alcohol. Un edema este silencio, coágulos de memoria.
Hermano de los ahogados, miro todo el mundo testuz sumergida en el tambo de rocío coalescido en el sereno. Mi sangre ha fermentado bajo el sol que es mi piel cuando te toco. Crudas de universo enlagunado. Crudas de verdad deshidratada.
Mareo intenso, zumbido, oscurecimiento súbito de la visión, urgencia de moverse para evitar que la oscuridad constriña, tres segundos con el corazón vuelto gong, ensordeciéndolo desde dentro, y luego un alunizaje de ceniza sobriedad. Trail promocional de su propia muerte; pero sin escenas: una de las adicciones menos exploradas y más nocivas es al drama, al extracto de bolero.
Mejor ensamblemos proyectos de cuentos (Con toga y a su esposa dedicado, el librotote; bajo pseudónimo, una noveleta, a la amante de siempre). Mejor hilvanemos un aforismo (Los gatos y los ciegos se prefieren perros), o dejémonos llevar por lo fonético (Mao es a Mahoma lo que amo a lo que ahuma) o por la lírica costumbrista (Oh, pozole, ambrosía caníbal). Sí, padroteamos deseos en pocas palabras, pero hay cosas que es mejor no enterrarse.
Como puedes ver, tengo un censurador de seriedades: "Lo tuyo son las ocurrencias, m'ijo", dicen sus gorilas cada que lo intento. Por no tener talento épico escribo porno lírico.
Yo prometía mas; se dijo de mí: “Lo trajimos para que jugara por la banda izquierda por sus metáforas subversivas, pero se aburguesó y ya no sale de pases cortos de amor.” Ahora soy el voyerista ciego que recuerda viejas glorias con nada más que inmensidad frente a su frente. Se dirá de mí: “Quiso ser trompetista, a falta de manos se conformó con imitar a las aves. Se fue: ¿aprendió a volar también o lo cazaron los gatos?"
Composta de palabras para el jardín de mis carnívoras.
Yo soy de los anónimos compulsivos. Si me he de volver loco, pido mano para ser de los que cantan por las calles con enorme sentimiento.
RSR (D.R.)
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