lunes, 29 de junio de 2009

Trece poemas (Long play de salsa progresiva) IV


A tientas dibujar la trayectoria del punto a mitad de la ceguera que hecha piel se te derrama. Asidos trazos, tientos de brasa, el vetusto asombro por la piel ajena es barandal a tu camino, de quien desconfías por habitar tu mismo instante, por lazarearte desde afuera de tu cripta.

Haces de polvo negro de entre el pajar penumbra se evaporan. De las sombras, sombras graves filian fobias, dardean garfios a otras sombras a la caza de sentido. El sol por el toril del mundo descabeza algún teatrino, y todo allí, siete hileras militares en madeja. ¿Dónde el caos que te esperabas? De parto muerto y las crías lamen tus muñones de Midas que transforma hojas en blanco en hojas rotas; tu don de herir el aire, aun sin sable, ha costado ya cabezas de profetas y bailarinas en bandejas de aluminio.

En proscenio algún tú, mono de cera,
la quijada belicosa,
sólo las pupilas vivas.
Ahí, forcado,
recibe al sol de frente.

Diálogos sin actores, incendios aburridos en butacas bostezantes con relojes de leontina.

Un discurso sin cómo, sin adónde...

Y los cantos paralíticos de la carne que se abre
y las noches de rezarle a los retretes;
el altar de veladoras irascibles,
las serpientes asqueadas de su cola

Pecho adentro la ventisca y el granizo
se desdenta sobre tus techos de lámina
y al desplome son punciones diminutas
a unos ojos no andaluces y en el brazo
de tu más bello enemigo
un halcón enamorado de tus ojos.

RSR (D.R.)





miércoles, 24 de junio de 2009

Sepia en off

Sabía de umbrales, nadie lo niega, por eso se dio cuenta de la ironía: se detuvo y sonrío para hacérnoslo saber. Luego se le encenizó la cara, abrió la puerta y entró con felinez a firmar su muerte. Salud por los umbrales.

Me precio de haberlo conocido más de entre los conjurados (ni son... ni están...) y, barbechando para crónicas posteriores, afirmo que tras el gesto sardónico que la vida le ofrecía como un escote, el ensombreciento se debió a que, detrás de la ocurrencia, yacía el lugar común del que había huido toda su vida entre espejos, sexos, ojos, puertas, bocas y precipicios.

Estoy impelido, ahora que cuento con su atención, a delatar aquella su broma de los últimos días, cuando, al teléfono y tras dejarte hablar un poco interrumpía: "Agapo, moriste en la epidemia, acéptalo ya, déjanos vivir la vida. Pondré una veladora por ti como hacen las viejitas" y colgaba. Siempre hubo que llamarle un par de veces. También así fue cuando lo cité a la bodega.

Ahora, embozado del umbral envenenado como de sandía, me abstengo de preguntar ¿quién está muerto ahora?; lo dejo para tu contestadora. Salud por los brindis.

lunes, 22 de junio de 2009

Trece poemas (Long play de salsa progresiva) III




la oscuridad ojos dentro:
dar a sombras luz primera.


En algún lugar te esperan
y el afán por encontrarles
en sacrófagos festines
los mantiene equidistantes
Bruñen tu nombre en su sueño
en el suyo se te escapa

Y formicante cabalga
la líquida multitud
de tus antílopes.


Un festín en sus pupilas
a inalcanzable distancia
mancha arco iris de aceite

en cielo de agua estancada
con algo tuyo en las manos;

La tarde amanece cubierta de sábanas
sitian soldados de plomo la ciudad que el sol empolva
en cascadas que embalsaman los cadáveres de sal
que hablan lengua de tus más niños delirios.


en aquel manglar rebelde
la batalla de luciérnagas
Percusiones de aquelarre
de su percutor dispara

Y hoy que le pertenece
suyo también tu mañana

RSR (D.R.)

viernes, 19 de junio de 2009

Poemas de Enriqueta Ochoa y Jaime Reyes sobre José Revueltas.

En continuidad a una publicación anterior (ver), comparto dos poemas que sendos autores dedican a José Revueltas, para abonar a un aspecto poco estudiado acerca del autor de Los errores: su influencia en la literatura mexicana, que si bien no es vasta, siempre gozó y goza de acérrimos seguidores.
Comparto primero un poema a él dedicado por Enriqueta Ochoa (en Retorno de Electra, México, SEP, 1987, Lecturas mexicanas, 39-40).
Desmoronada en el misterio...
Desde dentro, remota y frágil,
la soledad te sobró, niña doliente
desmoronada en el misterio.
Era invierno cuando naciste,
y se te entró el frío en el pecho
como al pulmón el aire.
Hoy el hueco más tibio te hiela hasta la médula.
¡Cuántos maderos se ahogan en el río
bajo el peso de una memoria absurdamente intacta!

Yo te invito esta tarde
en que la luz gotea sobre las hojas de los párpados
a que saquemos a flote los maderos hundidos.
No fue fácil el tiempo, ni lo será la muerte;
pregúntaselo a esta tarde nerviosa
que revuelve en mi mesa las palabras.
A veces pienso que esta orfandad tuya y mía
la liquidamos ya en su precio justo.
¿Y el porvenir?
quién sabe. . .,
una muda de piel
y hay estrellas que se levantan temprano, todavía
a pesar del naufragio y salen húmedas, frescas,
sacudiéndose la melena de luz como de una agua nueva,
desde el fondo de la caldera iracunda del sol.
Es el dolor que nos perpetúa, amiga,
y agrio sabor del mundo el que nos sazona.

Nieva sobre las horas últimas
y todo es un milagro;
y amorosa la urgencia de seguir siendo hombre,
de rescatar lo hundido;
de equilibrar los juicios, los valores,
y hasta la muerte misma, antes de irnos.
1967

Poeta nacida en Torreón, en 1928, de quien celebro un tono enfático que recuerda el acento de su tierra y también su sinceridad a ultranza. Si bien durante décadas ha estado a la sombra del centralismo cultural, cada vez hay más interés por estudiar y difundir su obra, sobre todo por jóvenes mujeres de letras.
El siguiente poema es de Jaime Reyes (La oración del ogro, México, Era, 1984, 9), cuyo título es a su vez dedicatoria.
A José Revueltas
1
Hacia la tarde nos protegimos del viento --erigimos muros sin]
sentido.
Sombras de oscuro polvo
regresaban coronadas,
de temor,
y en sus miradas aún temblaba el árido fuego
masticado sin rencor,
obsesivamente,
y su canto de sal entre los dientes machacado,
entre los rieles y hacia la luz de la estrecha ventana
que enlaza el mar y en su cautivo halló morada.

(Hacia la mañana más pacífica, sola y limpia
por su libertad tendimos redes de aire, de viento, redes,
y en su escala cierta luz
en que lavó la sal su olvido
--cierta luz con que el sol rindió su olvido.)

--Remota desdicha lavaba nuestras redes
en otros brazos, en otros, humeantes cristales.

Del poeta Reyes (1947-99) he leído dos de los tres libros que publicara en vida y, debo confesar, hubieron de pasar años para que su prosa poética de tono conversacional, por momentos fragmentaria y con un alto contenido social y político me atrapara. Es difícil encontrar mayores datos sobre este autor, pese a haber obtenido dos importantes premios de poesía conozco apenas detalles por personas que lo conocieron y por los textos que sobre él hay en la red. Además de la influencia revueltiana, por sus letras se escuchan ecos de César Vallejo, José Carlos Becerra y Lezama Lima, por mencionar los más claros y documentados. Vale la pena, sin duda, estudiarlo más y mejor.
Concluyo subrayando, de ambos textos, que la manera de dialogar con Revueltas es mediante pasajes álgidos de sus novelas; por medio de esa intertextualidad, ambos poetas ponen de relieve lo mismo el texto fuente, que el carácter del autor al que aluden y su propio sentir hacia ellos. En otras palabras, buscan al escritor donde está y siempre ha estado: en sus letras.
Me hacen recordar el exhorto martiano de aprender a luchar sin odio, lo cual debería yo recordar siempre (no sólo luchar y no sólo no odiar).

miércoles, 17 de junio de 2009

Trece poemas (Long play de salsa progresiva) II



Recuerdos en glifos de espuma sin ánima
cocidos al tiempo —es el alba harapienta
su alfiletero (siniestro
hemisferio de sucia pelota)—

Compre un cántaro y sea niño un instante:
escuche paisajes donde un caracol de sombra canta.

A mitad del arenal se trueca arena,
el pregón golpea de frente igual que un sol vuelto plañido

sin cegar: sólo ladra, solo grazna el pregonero
a un gigante que se niega a ser molino.

Si hubiera ojos aquí, ahora, de muerto o vivo
mirarían la pantomima de eremita
que a puños de cal quiere estragar
el cantil horizontal que escogió para enemigo.

Pero fuera el delirio siempre vértigo:
para ser se ha de sentir después en llagas
cuando en goteo de azogue anega lento
uno a uno el ay de ayer y más hiriente.


Se envate
el viento

en arnés de arena,
cata el goteo
canta y croa ecos

Y de los dinares que su ensalme deja

el pregonero da maíz a sus gorriones
se encala el rostro y nueva pantomima



RSR (D.R.)

martes, 16 de junio de 2009

Benjamin y Revueltas: ángeles vagabundos

Después de comprobar que yo no era ángel ni demonio, años después sufrí el devastador golpe de entender que no sirvo para erudito, a fin de honrar lo cual inicio esta publicación admitiendo uno de los novelistas importantes cuya lectura me pasó de noche en su momento: José Revueltas. Más allá de la amargura que me produjeron novelas como Los muros de agua y Los días terrenales, no recuerdo mayor aliciente que me llevara a revisitarlo, excepto que, en aquel tiempo de un naciente La Jornada y un declinante Unomásuno (igual a dos enamorados), más que Gabo (no tengo el gusto, pero es corto decirle así) o Benedetti, las portadas que más recuerdo entre la banda en esos ayeres eran de Spota y de Revueltas, así que, para un lector incipiente como era yo, leerlos era prevenir que alguna más leida en el Chopo te preguntara "¿de veras no lo has leído?" y perdieras la carne por falta de letras.
El tema viene a cuento (si algo viene a cuento en soliloquios) porque releo un artículo de Acta poética (28, 1-2: 2007) titulado Ángeles en el abismo. Las imágenes dialécticas de Walter Benjamin y José Revueltas, de Rogelio Espinosa, en donde el autor propone paralelismos entre ambos flaneurs a partir de imaginarlos como los ángeles vagabundos de Wenders y basándose en los conceptos de "imagen dialéctica" del judío-alemán y "realismo dialéctico" del duranguense. Ambos, marxistas considerados en su tiempo como heterodoxos, comparten una virtud que en estos días de iniciativas en blanco, maniqueísmo y defensa de los justos y jugosos subsidios que recibe la partidocracia en este país, escasea más que el empleo: la congruencia.

Por fortuna, el argumento simplón de que "el comunismo murió" (refiriéndose a que los sistemas políticos de inspiración leninista-maoísta mostraron su inviabilidad) ya va de salida, ahora que el capitalismo también ha demostrado fehacientemente su carácter cadavérico y su cercanía al colapso; por ello, la re-lectura (refiriéndome a cuando una obra es leída por otra generación póstuma al autor y distinguiéndola de que un lector lea dos veces la misma obra) de pensadores de izquierda que, en su momento, fueron atacados por sicos y trojanos, a causa de su lealtad a su pensamiento propio, más allá de la exigencia genuflexiva de los uniformizadores ideológicos (caray, voy de mal en peor), es una vía para comprender un gramo más o un kilo menos la situación política, económica y social prevaleciente en mi aldea, o sea, este mundo calaca y este tiempo que hace de Cambalache profecía cumplida.

De Rogelio Espinosa, coetáneo y buen amigo, tengo algunos artículos más sobre el particular que me invitan a revalorar la obra revoltiana y, mejor aún, releerla, a ver si los años han alcanzado para crear sintonía entre las letras de quien afirmó "el paraíso es la lucha" y un servidor, ni-ángel-ni-erudito-tragaantiácidos, pero con las neuronas suficientes para distinguir un hombre de un candidato.

Dejo una cita del también guionista cinematográfico y autor de El apando, la cual tomo del mismo artículo que da origen al mío:

Me pueden horrorizar todas las inauditas crueldades de los nazis en Alemania o de los japoneses en China, pero yo, Gregorio Saldívar, soy culpable de ellas porque esas crueldades las han consumado hombres como yo. Me avergüenzo por mí mismo de que las guerras existan; me avergüenzo por mí mismo, y no tengo exculpante que me valga, a causa de todos los crímenes, las bajezas, las ruindades, los pecados que se cometan en no importa qué parte de la tierra por los hombres, por mis semejantes. Y nada de buscar consuelo en la idea de que, en cambio, yo soy un ser moral, noble, recto y demás. ¡Nada de eso! Soy responsable de los otros como de mí mismo.



*
Hoy es Bloomsday: abrazos a todos los joyceanos del mundo.

domingo, 14 de junio de 2009

Trece poemas (Long play de salsa progresiva) I


Troya ni Trafalgar, bélico inválido
con que dar nombre a esa cólera de sal,
y a tu vera trasle, rote,
dance hacia el oriente.
Náufrago en salinas de árida meseta
sin más estela que tu huella en lodazales

El mar
–otro mediocre flautista—
nada sabe de tus rutas,
tu cielo desgarrado es plafón falso;
entonces cuál picota,
qué motín, si tu velamen carcomió
sin conocer más viento que el aliento
de las palmas fronterizas de la sierra.

No hubo viaje:
el mar es una charca
y no eres ángel
Pero la isla es real, color de lirio
Patria que adora el doce
donde es anatema el olvido.


RSR (D.R.)

miércoles, 10 de junio de 2009

Ni se olvida ni se deja

Ulrich vuelve brevemente a la ciudad, luego de haber permanecido algunas semanas, junto con su hermana, en la casa de su infancia, ocupados en los arreglos testamentarios tras la muerte de su padre y entretenidos dilucidando sobre moral y sociedad. Ya en Viena, se acerca adonde Clarissa, una entrañable amiga que estuvo enamorada de él: en la calle, la percibe desde lejos, lo que le da la oportunidad de estudiarla mientras se le acerca; cuando ella lo mira, Ulrich reconoce la frialdad de quien ha superado el amor malsano hacia quien se mira mirado, y ya transita hacia ese desprecio inevitable, ya más ya menos voluntario, de quien ha dejado de amar y no puede esconderlo (resumen de un pasaje leído en El hombre sin atributos).
Si, como dice Levinás, en el ámbito del erotismo, el silencio del rostro dice "no matarás", el desdén de quien abandona, su rostro, abierta o involuntariamente dice "para mí estás muerto". El desamor nos convierte en fantasmas, nos desprovee de "los seis sentidos mágicos" que refiere Gilberto Owen como causa de un amor que ahora sabe irremediablemente perdido.
Sin embargo, igual el Sindbad owenianao, un día te levantas con la claridad de que has olvidado ademanes, teléfonos, palabras íntimas, el número de cuarto o la cita favorita de quien pensabas nunca olvidarías; si antes deseabas un instante más, un verla de lejos, un saber de ella algo cierto, ahora -de haber la oportunidad- rehuirías el encuentro estéril con quien te mató un instante y ahora desearías estuviera viva para no engastar casualidades indeseables y potencialmente cafeteras en un Valle de los Muertos que, sospechas, no te renovará la visa de residente y habrás de volver a Tierra Diurna y su carnaval perpetuo de miradas que buscan en otros ojos escuchar "vives".
Dejo la entrada con el recuerdo de mi madre, cuando más joven, cantando "Un viejo amor" de Esparza Oteo, acompañada por la Musipista de acetato en 33 revoluciones.
Por unos ojazos negros
igual que penas de amores,
hace tiempo tuve anhelos,
alegrías y sinsabores.

Y al dejarlos algún día,
me decían, así, llorando:
"No te olvides vida mía
de lo que te estoy cantando"

Que un viejo amor...