Muy sólido este poemario Ciudad sin puertas (México: Toledo, 1991), de donde tomamos los textos, con una voz sosegada por la maduración de los recuerdos en espacios concretos que son, a su vez, pese a todas sus transformaciones, o quizá por ellas, la plataforma desde donde la memoria contrasta y re-crea. La infancia y su vivencia memoriosa, condicionada por la ciudad y sus formas de vida son, pues, los temas centrales de este libro. Sea.
Glosa
Veo
lo que me dicta el deseo
Siento
lo que ignora el pensamiento
Vivo
empeñado en ser testigo
de las razones del viento.
La ciudad tiene glorietas,
panteones y laberintos
El valle sigue insistiendo
en allanar los caminos
--lo descubro en estas flores,
ni silvestres ni del prado,
que brillan como señales
sobre la piel del asfalto
Veo
lo que me dicta el deseo
Una flecha de dos puntas
en la esquina de una calle
indica que no hay manera
de llegar sin extraviarse
Doy la vuelta en el sentido
del azar arrebatado:
esta cuadra es un misterio
y recorrerla un hallazgo
Siento
lo que ignora el pensamiento
Dejo
un recado en el espejo
de los muros que se gastan
Desde sus afueras miro
la intemperie de las casas:
patios, ventanas, balcones,
espacios entre cimientos
ojos para ser testigo
de las razones del viento.
Números
En una noche oscura,
desde un lugar propicio,
bien podría contar a simple vista
seiscientas doce estrellas
en veintisiete efímeros minutos
Inmensidad y cifra,
propagación celeste de los dígitos.
Habito en la ciudad
Sueño a menudo
con saltar de azotea en azotea
hasta llegar al sitio
donde nace y se extiende la intemperie
Por lo pronto no tengo
más que un vago inventario
de rumbos, de tinacos y de antenas
Un día vi pasar
una nube de pájaros en ruta:
disposición, altura y derrotero
Sentí que todo el cielo se cuarteaba
y que la noche misma irrumpiría
en medio de la tarde necesaria
Pensé por puro instinto:
"cincuenta y cuatro pájaros emigran,
allá está el sur, vuelan las aves"
El tiempo se hizo instante
Tiene raíz y número este cuento
Dísticos, ciudad y lluvia
La lluvia en el asfalto de la ciudad cuarteada:
bajo los pis absortos, torrentes y cañadas
Van a morir los ríos en las alcantarillas
Con un salto los hombres alcanzan la otra orilla
Los gatos se adormilan, se ablandan las mujeres
La tarde juega el juego de los anocheceres
El temporal escampa, el pavimento brilla,
recomienzan las ratas, se apagan las sombrillas
Y en las plazas centrales los negros monumentos
son hongos que se esponjan entre vapores lentos.
Nota: Sobre el autor.