Poema que escribo mientras recuerdo el influjo del recientemente fallecido Alí Chumacero, poeta de obra breve y poderosa. Y pienso erupciones, en las gestas que yacen bajo las rocas.
*
Entre el cerro de cráneos
distingue al ahogador de raíces,
al que hace de los tabúes crápula,
a los remeros de la arena,
los de muertos en la simiente
en torno al fuego y a la espera.
Verás a los apóstatas
desdentarse en risas
entre sus iguales
de abrazos amputados:
clan que traspasa
horizontal
toda tribu
y naciente linaje.
Hermanos ateridos en el margen
sin afuera momentáneo de los círculos.
Embeberás lenguaje
de una era atribulada
en la enemiga yugular
de la erupción.
Aparta esa visión ultramarina,
interna, entonces, de la roca negra,
si no vienes con tiempo
de tramontar cicatrices
visibles ya a tacto de espejo ciego.
D.R. (R.S.R)
Imagen: "Cuicuilco, la ciudad que murió con fuego", tomada de esta página.
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