domingo, 13 de junio de 2010

Soneto de Fray Servando


Quien no haya leído las Memorias del padre Mier, no sólo se pierde un testimonio intenso acerca de la persecución política y religiosa de este hombre que participara tan activamente en la gestación del México independiente, sino una prosa entretenida y pícara, que incluye varios de sus viajes fascinantes, sobre todo en Europa, los cuales iniciaron con sus fugas de las distintas prisiones en que estuvo, anécdotas y carácter que inspiraron al novelista cubano Reinaldo Arenas a escribir una obra tan hiperbólica como El mundo alucinante, cuyo personaje central es justamente el religioso heterodoxo nacido en Monterrey, México.

Además de la recomendación, transcribimos un soneto de Servando Teresa de Mier, de Guía de forasteros, estanquillo literario (T. III. México: INBA, 1985, p.1 del año 1820), volúmenes de los cuales ya hemos compartido algun texto anteriormente (Ver). Como podemos ver, Fray Servando no era un poeta versado, pero sí un hombre inquebrantable, un polemista y un comprometido con las causas de su país en construcción.


Tuve indulto y capitulación
en Soto, y mi equipaje me robaron,
y por traerme con grillos me estropearon
un brazo. De ahí fui a la Inquisición.

Sin otra causa que disposición
del gobierno, tres años me encerraron,
y a esta cárcel por fin me trasladaron
con la misma incomunicación.

¿Cesó la Insquisición? No, ceso el local,
varióse el nombre con el edificio:
es hoy Capitanía General
lo que antes se llamaba el Santo Oficio.
Con la Constitución todo es lo mismo,
mudóse el nombre, sigue el despotismo.

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