Lo sé, marchante, salen sin tanto conjugue
en primera persona, tal le placen,
con harta voz pasiva.
Que no haya cónyuge que no se sienta
presentida, en vez de aún ignota-
mente corneada
por palabras grasosas, verecundas
Que no le salte la salsa roja al ojo
ni temblor de labios diletante
ni hambreada juventud prófuga del rastro
con pápalo entre los caninos y molares
perturbe su meñique amanuense
Quede tranquilo, que mis tacos,
como dice su receta
no aspiran a más vida
que el drenaje
y lo que el estipendio dure
y el señor de barba indique
Su tortilla y su sal. Mi propina. Su aplauso.
Su palillo y limón pal hiede.
El que manda es usted, doctor en vísceras.
Usted tan siempre bien acompañado.
(Me gustaban más las aguerridas
perras
de cuando vendía sudados
bajo el puente)
RSR (D.R.)